He decidido hacer tres posts dedicados a Expediente X. ¿Por qué Expediente X, y por qué tres posts y no sólo uno? Pues porque es mi serie predilecta desde que un día (ya algo lejano) vi el episodio piloto por TV, y quedé hechizado para siempre. Y tres posts, porque soy un inmenso friki de la serie, por lo que necesito tres para explayarme a gusto, y no quiero meterlo todo en un solo post, que sería un tocharro insoportable. Antes de empezar con el post propiamente dicho, mencionar que gran parte de la información la he sacado de un maravilloso libro recientemente publicado que analiza la serie con gran acierto (Expediente X: en honor a la verdad, de Sara Martín). Espero que os guste ^^
Expediente X: una introducción
De las nueve temporadas de Expediente X, dos tercios están dedicados a la trama de monstruos, y sólo un tercio se concentra en narrar la compleja trama mitológica (que es la que hizo de ésta serie un icono popular de los noventa). Los “monstruos” a los que se enfrentaban Mulder y Scully ponían en duda la aparente normalidad de nuestras vidas, mostrando oscuros seres que hibernaban en las profundidades de viejos edificios o a sectas de enrevesadas creencias perdidas en la América profunda. Expediente X plasma el ambiente, el “genio” y los pálpitos de esa generación que crecimos con Mulder y Scully. La serie es un compendio de terror, política y fantasía mezclado con el mayor acierto de la historia televisiva por Chris Carter. Como éste mismo dijo:”Expediente X surgió de mi gusto por películas como "Todos los hombres del presidente"… pensé que el thriller político era un género demasiado olvidado, y quise devolverlo al panorama televisivo”.
Claves del éxito
Aparte del acierto casi divino de Carter para plantear los cimientos de su serie, dos factores ayudan a explicar el por qué del desmesurado éxito de X-Files ya desee la primera temporada. El primero podría, a primera vista, considerarse como un defecto: la inconsistencia argumental de la trama mitológica, algunas “lagunas” que Carter y su equipo de guionistas dejaron sin explicar. Ya entra en el campo de la hipótesis saber si fue algo premeditado o una s
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ple cuestión de suerte, pero el caso es que ese detalle provocó que la serie se alzara más allá del mero producto televisivo para pasar a formar parte de la cultura popular de la década de los 90. Todo el mundo hablaba de Expediente X, todo el mundo estaba enamorado de Scully o quería ser tan listo como Mulder, queríamos ser del FBI o descubrir que nuestro vecino era un mutante horripilante. Y para rematar la faena, la definitiva eclosión de Internet fue una aliada perfecta para la “mundialización” del efecto X-Files: justo al terminar la emisión del habitual capítulo semanal, los foros de Internet (en España, por desgracia, la Red aún no se había expandido) se llenaban de “geeks” que discutían mil y una teorías al respecto de la serie, que analizaban cada frase de los agentes o que discutían sobre la validez de las ideas planteadas en pantalla. El segundo factor decisivo para el éxito sin parangón de Expediente X fue la atípica relación entre Mulder y Scully. Lo primero que debe destacarse aquí es la obsesión de Chris Carter por evitar que los dos personajes principales de la serie mantuvieran ningún tipo de relación amorosa. Pasaron muchas temporadas hasta que Carter cedió a la presión de millones de “shippers” (aquellos fans que querían un mayor desarrollo del “amor” entre Mulder y Scully) y pudimos ver el
primer beso. Así, aparte de desquiciar a muchos fans, Carter consiguió que entre ambos agentes surgiera una relación mucho más profunda que el simple amor pasional. Ya avanzada la serie, vemos que Mulder y Scully están unidos por el amor (como la mayoría de las personas), pero también por el dolor más profundo y por el sacrificio que comporta para ambos mantenerse firmes en su cruzada ufológica. Cambian muchas cosas durante las nueve temporadas, pero lo que siempre prevalece es la sensación de que a Mulder sin Scully le falta algo vital, una parte de sí mismo (y viceversa).
Chris Carter, director de Expediente X